Comprobé cómo la belleza del hombre y su armonía se descomponían hasta convertirse en desechos despreciables; observé cómo el rojo color de las mejillas era sustituido por la coloración pálida de la muerte, y cómo un simple gusano se alimentaba de las maravillas que son los ojos y el cerebro. Analicé con todo detalle las causas por las que se produce el paso de la vida a la nada y de la muerte a la vida, hasta que de aquella oscuridad salió una luz que iluminó mi espíritu, desconcertándome, como es lógico, al saberme el único poseedor del secreto más perseguido y buscado de la historia. (...) Una noche fría y lluviosa del verano austral de 1816, el llamado año sin verano, en la Villa Diodati, cerca del lago de Ginebra, Lord Byron retó a sus invitados a escribir la más espeluznante historia de terror que se pudiera imaginar. Aquella noche, el germen de esta portentosa novela que tienes entre las manos brotó oscura, inolvidable y poderosa de la mente de Mary Shelley.
Sobre el autor
Rousseau, Jean-Jacques