De las tragedias escritas por Shakespeare, Macbeth (1606-1608) constituye una de las piezas más sombrías, tanto para su propia época como para nuestros días. Si bien la obra se cierra con la caída y el castigo del héroe-villano y la entronización de un nuevo orden, pareciera que esto no es suficiente para mitigar la estela de horror dejada por Macbeth en su camino al poder y la gloria absolutos. La tragedia de Macbeth, y con ello la maestría de Shakespeare, no es la trampa que teje el destino bajo atractivas e ilusorias formas, sino el vano deseo del hombre de encumbrarse desafiando las leyes naturales y humanas.