Quizá la cosa más indispensable que podemos hacer como seres humanos, cada día de nuestras vidas, es recordarnos a nosotros mismos y a los demás que somos complejos, frágiles, finitos y únicos. A. Damasio La vida, la educación para la vida, debería recoger esa complejidad, fragilidad, finitud y singularidad y volverla hacia el respeto, hacia el entorno, hacia el otro y hacia nosotros mismos. El arte es un camino. La terapia a través del arte es también un acto de hospitalidad, un acto de cuidado: dejar las propias creencias y acompañar al que viene, escuchando, escuchándonos en el proceso, escuchando la obra y escuchando al que la hace. Sus presencias y sus ausencias, sus gestos y su ausencia de gestos, su insistencia o su asumida derrota. Quizá se trate, en definitiva, de hacer el ejercicio de aceptar, como se señala a lo largo de esta obra, la vida como imposible.