Las historias mal vividas, inconclusas, dramáticas y traumáticas quedan aquí. Especialmente los grandes secretos, que permanecen resonando como las campanas de una iglesia y se hacen cada día más grandes y más sonoros. Todo queda en paquetitos muy bien cerrados colgando literalmente de las ramas del árbol familiar, para que los miembros de la familia se hagan cargo de ellas. Como los regalos de Navidad, pero éstos de los que te hablo muchas veces se transforman en regalos trágicos. La información que se deriva de la experiencia de todos los individuos que comparten el mismo código genético se almacena automáticamente en ADN, sean los individuos conscientes de ese proceso automático o no, se trate de vivencias positivas o negativas o de miembros del sistema cuya existencia se conozca o no. Con esa información, el alma del sistema familiar sabe qué conflictos se han superado y en qué medida y lo que se debe seguir trabajando. Son los nuevos miembros que llegan como relevo los que tienen que trabajar lo que está pendiente. Aquí venimos a aprender y a trabajar por el grupo al mismo tiempo que por nosotros mismos.
Sobre el autor
de la Rosa , Rosario