Aseguraba el autor de la magistral Madame Bovary que, durante su infancia, por la mañana, al bajar a desayunar, una vecina amiga de su madre digería la realidad y la historia humana a través de lugares comunes, de ideas preconcebidas que nos dibujan con sencillez el mundo. Flaubert, asombrado por las explicaciones que aquella mujer tenía para todo, se propuso, desde aquel momento, escribir este glosario. Magistral y sistemático, el Diccionario de lugares comunes indaga con habilidad en los conocimientos adquiridos por siglos de civilización, donde el pensamiento común a toda la población, la estulticia y la vanidad han generado una serie de saberes y de pensamientos socialmente establecidos, difusos, inútiles, y, hasta en ocasiones, completamente ridiculos. En definitiva, este compendio de opiniones y comentarios que todos, sin excepción, utilizamos, esta almalgama de divertidas y curiosas ocurrencias convierten este volumen en un valioso tesoro, en una perla literaria que nos conducirá a través del humor y la cultura popular hasta un brillante espejo en el que podremos observar los tópicos con los que abordamos la realidad. GUSTAVE FLAUBERT, hijo de Achille Cleofas, cirujano, y de Anne Fleuriot, nació en Ruan, en la Alta Normandía, en 1821. Abandonó los estudios de Derecho debido a sus ataques epilépticos que comenzaron con furibunda intensidad cuando Flaubert tenía 22 años. Se relacionó con Víctor Hugo y Louise Collet, su musa y amante, cuya muerte, en 1876, le sumió en una melancolica desesperación. La personalidad de Flaubert era singular: timido, sensible y en ocasiones muy arrogante, transitaba entre el silencio y la verborrea, entre la desesperación existencial y el gusto por la buena vida. Misántropo y obsesionado con la literatura, fue autor de alguna