Las
tecnologías de la información y la comunicación
(TIC) encienden en el cerebro el
sistema de recompensas y la promesa de placer, por eso hablamos de tecnología
adictiva. El exceso de información transmitido por las TIC detona el sistema de alarma en el
córtex frontal del cerebro, produciendo la hormona del estrés, que
aumenta la frecuencia cardíaca, la presión sanguínea y la liberación de las
reservas de energía del sistema
nervioso.
El desafío es cómo
prepararse para que la tecnología sea un instrumento favorable al hombre, y la
respuesta es entrenamiento, neurociencias, desarrollo cognitivo, emociones y
pensamientos, capaces de modificar el cerebro en el marco del trabajo conectado remoto (TCR). El hombre
del siglo XXI tiene otros patrones de conducta basados en el trabajo en equipo,
en la conciencia del cuidado del ambiente, en un liderazgo horizontal, en un
proceso atencional focalizado. Por eso la modalidad de TCR facilita la inteligencia colectiva, que surge de la colaboración de
muchos individuos y la tecnología.
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