Meditabundo y amante de la soledad, el pintor y diplomático Alberto Orrego Luco encontró en el arte un espacio privilegiado de reflexión. Enamorado del paisaje veneciano, lo pintó en melancólicas telas de tonos suaves y dibujos definidos, que transmiten, como lo hacen sus paisajes del sur de Chile, la búsqueda de armonía que marcó su existencia..