Basándose en el famoso hadith del Profeta: "Quien se conoce a sí mismo, conoce a su Señor", el sublime sufí andaluz Ibn Arabi -que tanto influiría luego en los místicos cristianos como San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús y Fray Luis de León- construye un impecable edificio dialéctico sólo comparable a las grandes obras de filosofía advaita.